lunes, 20 de enero de 2014

Mi lucha contra el buffet

Los hombres no lloran....ni desaprovechan un buffet, esa es una filosofía, más aún, una ideología mediante la cual he conducido mi vida; ayer un amigo me invitó a comer a un restaurante del que ya me había contado, uno con un buffet de cortes de carne, ¡CORTES DE CARNE!, evidentemente no pude rechazar tal invitación (sí, teníamos un negocio de qué hablar pero eso es irrelevante).

Llegamos al lugar, primero una barra de ensaladas y cosas así...paso, me fui directamente sobre la pasta y la paella, después inició la procesión de meseros que te ofrecían pequeños cortes de carne, variados, desde sirlon hasta costilla de puerco, adelante, la porción parece pequeña pero al cabo de un rato de estar comiendo el alimento no parece disminuir, lo que ven en la foto es mi plato cuando ya había comido como la mitad, ¡pan por favor! dije mientras pensaba ¡carajo, me estoy llenando! (olvide mencionar que al momento de recibir la llamada de mi amigo estaba desayunando carnitas y chicharron entrándole con frenesí).

Seguí comiendo, el cuerpo pedía piedad pero yo no iba a dársela, el punto es comer hasta reventar por una escasa suma, pensé en la cantidad de gente que iba a ese lugar y comía poco, ¡vaya desperdicio!, no se paga por un buffet para comer lo necesario o lo suficiente, la idea de un buffet es atascaaaaaaaaaarse como si fuera tu última cena antes de morir y eso precisamente iba a hacer yo, llegó un punto en que los meseros pasaban de largo sin ofrecerme nada, una mirada molesta bastó para que vinieran de nuevo - ¿todo bien? - preguntó el capitán - no, pedí pan y no me lo han traido - al poco rato llegó el pan en manos de un mesero emputado, seguí tragando.

Mi cuerpo decía ¡ya basta! pero el hijo de puta no me va a venir a decir qué hacer, no paré hasta acabar con mis trozos de carne para posteriormente retirarnos del lugar, antes de salir acordé regresar y traer pizza a la casa, eso hice y me aventé una rebanada, me recosté y me dieron ganas de orinar, mientras lo hacía eructé y un minúsculo trozo de carne brotó de mi boca, parecía que vomitaría pero no pasó de ahí, no he cagado desde entonces y pretendo conservar esa suculenta comida en mi interior el mayor tiempo posible. ¡Vencí al buffet!
 

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